La Practica, un estilo de vida
- Luis Guillermo Mendoza
- 10 feb 2016
- 3 Min. de lectura

El Dojo en donde practico, voy dos veces por semana, una hora y media cada día. En ocasiones especiales voy también uno o dos días adicionales, para seguir entrenando.
El aikido, es un camino de vida, una forma de vivir. En la cual, la práctica o el entrenamiento, es la columna vertebral de este camino.
El aikido es una forma de meditación. Algunos lo llaman, y yo estoy plenamente de acuerdo, Meditación Zen en movimiento.
Mi practica hasta ahora, tres años, cinturón azul, segundo Kyu. Ha sido una gran experiencia, en la que he reforzado y he aprendido nuevas formas de ver el mundo.
He seguido una vía, en la que hay graduaciones o niveles y en la que se rinde un examen para pasar al siguiente nivel. Cada grado requiere no sólo un conjunto de técnicas aprendidas, si no una realización adecuada de la técnica, y según el grado o nivel una actitud y recursos también diferentes.
Una técnica realizada por un cinturón blanco, no debe ser ejecutada de la misma forma que un practicante, con un cinturón o grado más avanzado. Cada grado va aprendiendo nuevos recursos, nuevas herramientas, las cuales traen una ejecución cada vez mejor.
Se va desarrollando una mejor postura, un mejor desplazamiento y una mejor respiración. Esta es la trilogía básica en el aikido. Las técnicas como no se cansa de repetir mi Sensei, son una excusa para mejorar esta trilogía básica.
Conforme pasa el tiempo y se va avanzando, la exigencia y el énfasis se coloca en la respiración coordinada, la fluidez, en seguir el centro, la energía, la apertura, el desequilibrio, entre otras que harán de la ejecución de las técnicas algo cada vez más desarrollado, más pulido y trabajado. De eso se trata la práctica en el Dojo que es para la vida cotidiana.
Algo personal que me parece importante destacar según lo que estoy viviendo actualmente en mi práctica, es el hecho de disfrutarla. Digo esto porque también surge el afán entre los practicantes, y me ha pasado, de querer avanzar y lograr grados o niveles superiores rápidamente. Y este criterio no es muy aconsejable porque se pierde el espíritu del aikido.
El aikido no es competitivo, porque como decía el fundador O Sensei, la competencia sólo trae las guerras. La única competencia que hacemos es con uno mismo. Ganarle a nuestro propio ego.
El camino requiere por ello de una etiqueta especial, mucha paciencia y más que un simple gusto, una pasión por el aikido.
Si entrenas a 40 grados o bajo cero, incómodo ó cómodo, deprimido o alegre, enojado, triste o como estés no importa, lo que importa es la actitud. La práctica sistemática y continua de por sí, nos va transformando sin que nos lo propongamos.
Difícilmente podría mantenerse alguien en esta disciplina sin una pasión especial, porque requiere de mucha entrega y sacrificio. Porque lo que finalmente quiero yo como practicante no sólo es vivir y disfrutar cada día con la práctica del aikido, si no también aprender y dominar el arte del aikido que es profundamente espiritual desde mi forma particular de verlo.
Y en ese camino estoy. Un camino en el cual, el entrenamiento en el Dojo es para la vida. No sólo es un arte marcial que tiene como único objetivo la defensa personal. La filosofía del aikido va mucho más allá de esto. Y lo que propone es como lo dice su propio nombre, El camino de la unión de la energía con el cosmos o con el universo.
Y justamente esa es una de mis grandes motivaciones, ser un instrumento y un aporte vivo para la paz en el mundo.
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