Historias de Detectives...
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Año 1973 aproximadamente, el edificio tercer piso,Los Mirtos Lince, vivían mis abuelos y ahí pasé de niño, tantas aventuras y travesuras. Muy cerca estaba el cine Alahambra que a manera de escape, visitaba cuando me enojaba con mis padres.
No recuerdo quien coleccionaba o si yo compraba en ocasiones, la revista “Mecánica Popular”. Una revista muy cool, bien presentada. Se exhibían relucientes cámaras de fotografía como la Pentax y la Minolta, lentes, accesorios, además de autos deportivos, motos, equipos, autopartes, entre otras piezas de lujo. Una revista muy varonil, para la época.
Traía la revista siempre un aviso, un anuncio publicitario un recuadro pequeño, en la parte inferior que decía: Curso por correspondencia “Primera Escuela de Detectives de Argentina” y agregaba “adquiera el éxito económico y prestigio profesional con la carrera más apasionante”.
El anuncio era la ilustración de un detective con su sobretodo, su típico sombrero de ala corta su infaltable lupa y pipa. Muy a lo Sherlock Holmes.
Sencillamente me quedé prendado y quise ser detective en el acto. Siempre que compraba o veía otro número de la revista “Mecánica Popular”, lo primero que hacía era buscar con ansiedad y vehemencia aquel anuncio, esa pequeña foto o ilustración del detective y el curso que me hacían volar hacia el mundo de la investigación, las sombras, lo oscuro, el crimen, la aventura, el romance.
Uno de mis bacilones a esa edad era disfrazarme de batman, del zorro, de vaquero, de policía, de abogado, según lo que viera en la tele, y luego lo interpretaba con mucha pasión. Pero con ese anuncio de detectives, mi mente voló como nunca y emprendí innumerables aventuras y viajes inimaginables.
Luego vinieron las novelas de Sherlock Holmes, Agatha Christie, y otros personajes de la tele. Me volví super fan del cine negro con Humprhey Bogarty James Cagney, pelis como el Halcón Maltés, Casa Blanca, El enemigo público, entre otras. Me fascinaba la serie “Los Intocables”, con el gran detective Eliot Ness y me encantaba imitar al narrador de la serie con su voz nasal.
Me paralizaban aquellas escenas con la dama de negro y su velo cubriendo medio rostro, que compungida iba hacia el detective rudo y frio, en su oficina húmeda y decadente, le solicitaba la recuperación de alguna joya valiosa, algún crimen,infidelidad u otra desgracia o tragedia por resolver.
Y así quedé prendado de esa figura del detective de las sombras.
Pasaron los años, y adolescente fui creciendo y dejando los disfraces, aunque siempre interpretando personajes que de alguna u otra forma, tal como señaló el gran Charles Chaplin en alusión al Gran Teatro del Mundo…
Hasta que un buen día caminaba por el centro de Lima, en busca siempre de alguna aventura, paseaba en mi apasionante e incansable oficio de caminante y en una de esas calles en donde vendían objetos usados en el piso, donde también me robaron meses más, meses menos por andar distraído, no sé cómo observo hacia abajo y con lo que vi, me quedé paralizado, regresé a mis sueños, y a los deseos más profundos de mi vida.
Era aquella ilustración del detective, el soñado curso por correspondencia de la “Prestigiosa y Primera Escuela de Detectives de Argentina”. No podía creerlo, estaba mirando uno de los tomos del curso que deseé con aprensión, vehemencia, locura, y pasión cuando niño, para aventurarme en el submundo de las sombras y la investigación de detectives, y ver ingresar por la puerta de mi oficina decadente y húmeda alguna dama con vestido negro y velo, increíblemente atractiva y enigmática, pidiéndome recuperar el diamante robado, herencia de cuatro generaciones por el lado de su madre.
Observé y pregunté al vendedor si tenía los otros tomos. Y totalmente indiferente e ignorante de lo que yo sentía, me dijo. “claro, aquí están los 10, llévatelo todo por 10 soles”. A sol cada tomo, no podía dar crédito a lo que escuché. Hubiera pagado casi la vida, me hubiera regresado calato por esos tomos y me los dejaba a 10 soles.
De todas maneras siguiendo el protocolo del buen citadino limeño. Me hice el loco, puse cara de “no sé.., tal vez,” (aguantando mi emoción, de gritar y correr como loco de alegría) y casi de inmediato le dije al vendedor como quien no quiere la cosa. “ya pues dámelos”. Casi como dudando todavía. Toda una actuación.
Ese día, sentí que hice la compra de mi vida. Los tomos estaban super gastados, viejos pero ahí los tenía. Lo único que me entristeció un poco es que no recibiría “mi Credencial de Detective Privado”, como ofrecían en el curso por haber culminado, y era algo que también me quitaba el sueño, pero bueno, al fin tenía el gran curso y a precio de infarto. No podía pedir más. Fue sencillamente genial, increíble, memorable, colosal, espeluznante, electrizante.
Me fui raudo con mi tesoro, y devoré los tomos, que aún conservo y ahora estoy releyendo con el mismo entusiasmo. Son 5 lecciones por tomo. La primera lección trata generalmente de un tema de instrucción técnica como la lógica deductiva, la dactiloscopia, la grafotecnica,psicología del delincuente, entre otros. La segunda lección corresponde a un caso que hay que resolver, y al final de la lección sale la respuesta. Son acertijos increíbles, y muy divertidos, para gozarla al máximo y sentirse todo un inspector. La tercera lección, es un caso real, para aprender de la sagacidad, y experiencia de detectives en acción. La cuarta lección es el famoso “cuento del tío”, generalmente las clásicas estafas de habilidosos rufianes y la quinta lección observaciones y precisiones generales de interés para el detective, artículos sobre la Interpol, la DEA, el FBI, la CIA, y otros relacionados y de interés detectivesco
Finalmente como diría Walt Disney luego viene la mejor parte: “los sueños”, la imaginación de algún caso en el cual participo con los accesorios y las técnicas correspondientes. Como la técnica del seguimiento, el espionaje, la contra inteligencia, el disfraz según la ocasión, el interrogatorio al criminal, entre otros con los cuáles puedo seguir viviendo las grandes aventuras de la vida.
El disfraz que antaño fue un juego, pasó ahora a ser parte del trabajo y la pasión.
Un verdadero gran juego de la vida.
Bueno…, cuelgo ahora en el perchero-caballero, mi gabardina, mi gorra de los 40, me preparo un café, sorbo despacio, medito y observo prevenido mi próximo plan para grabar al sospechoso del robo del diamante, cuento con un botón de saco-cámara... “Silencio…,escucho los inconfundibles tacones de la dama vestida de negro con su velo, está por entrar…”