En un sillón de Voltaire
“Tanas veces Pedro”
Cuadernos de navegación -azul y rojo- en un sillón de Votaire:
Cuaderno azul: “La vida exagerada de Martin Romaña”,
Cuaderno rojo: “El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz”,
“Entre la soledad y el amor”
Obras que llegaron en un momento perfecto a mi vida, para darle ese toque de ternura, humor y esa dosis de absurdo, que buena falta hacen en ocasiones.
Alfredo Bryce, una especie de Woody Allen latinoamericano, afrancesado y con cuna de lord inglés. Con su obra “Octavia de Cádiz…”, me empecé a cansar de tanto absurdo, y sin embargo fiel, seguí con su ensayo “Entre la soledad y el amor”.
Efectivamente ya iba dejar descansar a Bryce, estaba algo saturado de tanta bellaquería, pero me llamó la atención el título, “Entre la soledad y el amor”. Pensé que era una novelita más, y tanto absurdo ya no lo iba soportar, pero conforme leía, descubría, me sorprendía y hasta me maravillaba de una prosa lúcida, limpia, y con un pensamiento que justamente tenía como bases la ternura, el humor y hasta el absurdo, pero en esta ocasión aplicado a una forma existencial de ver el mundo lo cual disfruté mucho.
Bryce como un niño grande, como el principito, aunque más bufón, es un autor para siempre regresar… Su prosa amable, amigable, llena de ternura, con un humor siempre esperanzador y necesario.
Bryce escribe por el placer de narrar, y en un sillón de Voltaire que tan especial y divertido lo hace y eso es fascinante. Con el alma, sin poses, como es él. Y como no apreciar esa sinceridad, esa alma desnuda, ese clown que todos llevamos dentro, y que se expone y se ríe de su propio ridículo.