El Octavo Ensayo
No es del tipo de literatura que suelo seguir, sin embargo ha sido muy grato leer “El Octavo Ensayo”, de Aldo Mariátegui.
Al margen del pensamiento del autor, el estilo coloquial, sarcástico y bien documentado de Mariátegui, bien merecía una tarde de inicios de invierno, leer este libraco, acompañado de un buen café negro americano pasado y bien cargado.
El libro lo leí casi de un tirón y me ha dejado las ganas de seguir otros del mismo corte, en especial para conocer esas partes críticas de nuestra historia y narradas además desde ese punto de vista ameno, coloquial y con esa acidez del autor que ya se ha hecho tan conocida en nuestro medio. Y que por cierto a unos gusta, entusiasma y a otros genera gran rechazo y hasta repulsión.
Eso es lo bonito, no hay que extrañarse. No se puede contentar a todos.
Comparto que la izquierda en el Perú ha sido un desastre en la escena política tal como lo describe con tantos nombres y hechos documentados este Mariátegui, sin embargo creo que para mí lo justo también sería decir que la derecha en el Perú y en el mundo han significado un gran desastre.
La codicia del capital, valores como “el tener o el poseer para ser”, el consumo brutal, enfermizo y desmedido, el hecho que futbolistas ganen millones por esa estupidez de la oferta y la demanda, cuando millones de niños mueren de hambre, la falta de hospitales, escuelas, recursos humanos para una vida digna, entre otros, no son la prioridad para estos sacerdotes del lucro, en donde en la gran fiesta de la vida lo único que les importa como el cerdo en su lodazal es revolcarse y tragar aún indigesto, el pedazo más grande del pastel, sin reparar jamás que la torta podría alcanzar para todos.
Lamentablemente esa es la mentalidad que la derecha también ha generado, con sus programas de tv esclavos del marketing, del raiting y en general la subordinación de la cultura y la educación a los servicios y dictados de las absurdas leyes del mercado, del marketing, de la oferta y la demanda.
Quieren hacernos creer que la competencia genera calidad, cuando en el fondo es un gran pretexto para generar guerras de oportunismo, poder y dinero.
Y no puede dar menos que risa cuando en nombre de la libertad de expresión, y la democracia medios de comunicación manchan honras y promueven contenidos de perversión.
De manera que si la izquierda ha sido un culto religioso nefasto para el país, que la derecha no me venga con moralina o leyes naturales del mercado. Porque eso también es parte de un adoctrinamiento cínico de sepultura y muerte. Un lavado de cerebro que te quiere imponer lo que es el éxito, y la felicidad. Y en ese contexto aparecen pe
rsonajillos y otras lacras que piensan que un lamborgini o mucho menos, pueden suplir el alma de las personas.