Un Mundo para Julius
Un Mundo para Julius, es una novela con la que la sonrisa, el gozo, y el júbilo me quedaban por semanas recordando las delicias, las peripecias de este niño encantador, de la oligarquía limeña de aquel entonces.
El mundo de Julius es de alguna manera el mundo que vivimos muchos limeños, cada uno con sus matices particulares por su puesto, pero el tema de la empleada doméstica, el enamorarla, el debutar con ella, el racismo, la discriminación, los prejuicios y demás taras de clases sociales entre la servidumbre y los patrones, son muy comunes hasta el día de hoy en nuestra querida y odiada Lima.
Y la magia de Bryce, está en haber caricaturizado con un humor de lo más fino, sarcasmo delirante, así como con una ternura y gracia sin par, a esta sociedad limeña de mediados del siglo XX.
Cada frase y sentencia de Julius revelaba la ingenuidad de un niño que aunque nacido en todo el furor del prejuicio, Julius descubría un mundo paralelo que no era tan cierto como el que le contaban y más bien descubría la ternura y el cariño de justamente, a quienes más se les segregaba.
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Los detalles no sólo de las palabras, si no cuando relata el pulcrísimo uniforme del colegio, los guantes blancos del chofer, el delantal de su ama entre otros, pintaban, retrataban y hasta caricaturizaban con maestría no sólo a los personajes si no al contexto, a las ideas centrales del entorno que se vivía. Y este punto me parece genial, en la destreza narrativa de Alfredo.
Como a partir de un detalle como el tratamiento narrativo del uniforme del colegio de Julius ya está hablando de una clase social determinada. Excelente enseñanza para los escritores.
Al igual que Mario Vargas Llosa y Julio Ramón Ribeyro, entre los más emblemáticos, Alfredo también fue un caminante de las calles de Paris y un buen practicante de la bohemia.