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La Náusea


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En uno de esos momentos cruciales de mi vida, en donde en el colegio tenía fama de pendenciero, vago y loco, llegué a la Universidad luego de algunos cambios importantes como haber pasado por la legión de evangelistas y con Biblia en mano intentaba cambiar el mundo.

Luego, un momento dramático en mi vida llega con mi preparación a la Universidad, en donde estudié como jamás lo había hecho, descubriendo las maravillas de los libros. Mi amor por los libros ya emergía desde niño, pero en la Universidad descubrí nuevos mundos con los estudios de Lengua, Historia de la Civilización, Sociología, Historia del Perú, Psicología, Filosofía, entre otros.

Fue el profesor Tubino del curso de Filosofía, del 1° y 2° ciclos de estudios generales, con quien conocí a la figura de Jean Paul Sartre y vino entonces uno más, de aquellos grandes sacudones, remezones en todos mis cimientos, que tuve en mi vida.

El choque fue tan brutal, que me dejó en estado cataléptico, de shock y convulsionando con espasmos durante meses. Actualmente recurro a sus invalorables frases como aquella que habla de la condición de elección permanente que tiene el ser humano y que es imposible prescindir de ella. Decía Sartre: “el hombre está condenado a elegir. No elegir ya es una elección”.

Leí la Náusea tres veces, luego su voluminosa obra de robusto rigor académico “El Ser y la Nada”, con la que también sufrí un grado de estupor importante, luego un ensayo de lo más divertidamente contracultural y contestatario sobre la fenomenología de las emociones, y por último, su impactante novela “Por los caminos de Libertad” la N°3. Con la que me transporté caminando bajo el sol inclemente y como zombi por las calles y pistas vacías, en la Francia de la post guerra.

Leer las novelas de Sartre para mí, es hacer conexión con esa condición sine qua non del ser humano. Aquella condición inexorable de la muerte.

Con Sartre descubrí esa colosal saga de existencialistas como Martin Heidegger, Albert Camus, Kafka, la corriente del expresionismo alemán también llevada al cine con tratamientos estéticos invalorables. El mismo Wody Allen también muy influenciado por esta corriente y gran cantidad de escritores, pintores, cineastas, entre otros artistas que no podrían prescindir de la corriente existencial al menos como un recurso cultural importante para sus obras. De igual forma, las otras corrientes como el surrealismo, el neorrealismo, el pop art, entre otras, que hicieron furor en las décadas de los 60 s y 70 s principalmente y las cuales han dejado secuelas imborrables en el inconsciente e imaginario colectivo.

Hablar de Sartre es todo un mundo, además de su singular relación con Simone de Beauvoir, en la que se alentó, seguramente por razones circunstanciales, la misiva y la epístola como género literario, ya que entre ellos la relación de amantes, con frecuencia a distancia, era literaria, intelectual y política. Simone de Beauvoir, escritora, y ensayista revolucionaria, en especial en sus batallas de género. Repercutieron e influenciaron junto a Sartre, decididamente en el pensamiento y mentalidad de la Francia de la segunda guerra mundial, y la post guerra.

El trabajo de Sartre es de valor incalculable, tanto en su quehacer académico filosófico, como literario, además por esa forma de vida tan comprometida con su labor y luego tan apreciada, admirada y hasta emulada por escritores de las muy variadas escuelas, tanto románticos, amantes de las letras, idealistas, quijotes y las causas imposibles, como también seguidores y crítico acérrimos de un ideal de vida vanal, mundano y sin trascendencia como la del gran sueño americano, que aspira a un confort y bienestar más allá de cualquier ideal literario, político, educativo y cultural.


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